Nuestra Fe se ha vuelto Materialista

Nuestra Fe se ha vuelto Materialista

Autor: Benedicto Mitogo

Aunque el ensayo de la democracia sigue trabajando para el desarrollo, la ciudadanía percibe que muchas de las personas a las que ha confiado el poder, no están trabajando por el bien del pueblo, sino por el interés de sus bolsillos. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres sufren mucho.

A esta perpleja situación, la gente espera de la Iglesia que se pronuncie ante cuestiones sociopolíticas. Cuando la Iglesia no dice nada, el pueblo sospecha que puede estar implicada en la corrupción y deja de confiar en ella. La Iglesia tiene una voz fuerte en el mundo que debe usar porque puede influir en la sociedad.

Cuando nos remitimos en los albores de la ambición del joven guineoecuatoriano de la nueva generación, se percibía en éste mucha esperanza en el futuro. Hacía planes para estudiar en la universidad y quienes salían al extranjero pensaban volver y trabajar aquí, ilusionaba pensar que las cosas irían a mejor porque se transmitió esta ilusión, se vivió incluso. Pero este entusiasmo ha desaparecido. Ahora tiene prisa el joven por conseguir el dinero y marcharse lejos. El joven sigue siendo innovador, creativo y trabajador, pero el ambiente no le anima a prosperar y lo primero que piensa es en irse.

¿Cuáles son los retos de la Iglesia?

Guinea Ecuatorial es un país muy religioso. El 90% de la población es cristiana. No se celebra ningún acto oficial sin que empiece y termine con una oración. Pero al mismo tiempo, esta religiosidad se traduce en la vida pública. No se explica que haya tanta corrupción y tanta violencia. ¿Qué tipo de fe estamos practicando? Hay quienes dicen que se ha traslado la religiosidad tradicional a nuestras confesiones.

La gente quiere una fe que le ponga comida sobre la mesa. El cristiano en nuestro país reza no para ir al cielo, sino para conseguir trabajo, salud y dinero. Nuestra fe se ha vuelto materialista y la Iglesia católica ha de plantearse con seriedad el trabajo que tiene para encaminar a la gente sobre otro tipo de espiritualidad, hacia la fe más madura.

Las pentecostales y carismáticas están en auge, tienen mucha influencia predicando su evangelio de la prosperidad. Estas iglesias marcan qué pasos tiene uno que dar para hacerse rico, viajar por el mundo, tener salud… si haces lo que dicen, Dios te lo concederá.

Sus mensajes calan mucho en la juventud, que se une hasta que se desilusionan cuando se dan cuenta de que no consiguen lo que quieren. Lamentablemente, es el tipo de cristianismo que la mayoría de la gente practica, el que te dice que resolverá tus problemas materiales. A esto se enfrenta a día de hoy la Iglesia tradicional.

El reto ha de ser intentar educar a la gente y que vean y sean conscientes del fraude que hay detrás. No hay cristianismo sin cruz. Si quieres ser rico, tienes que trabajar para lograrlo. Ser cristiano implica una ética y vivir una espiritualidad. Si aceptas este estilo de vida recibirás beneficios espirituales, sin excluir los materiales, porque el cristianismo también te enseña a trabajar duro, con honestidad y esperanza.

Lo que nuestra Iglesia tiene que ofrecer en este momento es integridad y credibilidad. Se está notando de manera acentuada que la Iglesia católica, comparada con las iglesias pentecostales, no está siendo tan visible, y esto es vergonzoso. Si los líderes católicos se han atrincherado en el conformismo religioso y sociopolítico, no es esta la prioridad, tampoco descarta que hagan cosas buenas en otras partes aun con poco eco y poco ruido. Al contrario, las pentecostales están por todas partes, hacen grandes caminatas y fomentan el populismo barato. Si la Iglesia tradicional no cuenta sus historias, el resto de historias ahogaran la verdad.

Podemos constatar que estas iglesias tienen relación con la religiosidad tradicional, a la que acudía la gente cuando tenia un problema. Si estabas enfermo o pasabas por un mal momento en tu matrimonio o en la sociedad en general, te ibas al sacerdote para que te diera una solución. Con el bum del petróleo y su posterior decadencia, la situación económica del país ha sido mala. La gente ha luchado por sobrevivir. Y es en este momento cuando surge este evangelio de la prosperidad.

Empezó aparecer copiando telepredicadores evangelistas estadounidenses, nigerianos (Emmanuel TV) y latinos (apareció de la nada la Iglesia pare de sufrir) … por medio de oradores motivacionales que te decían que, si estabas deprimido o confuso, ellos harían que recuperaras la confianza y salieras adelante. En sus publicidades curaban el cáncer, el sida, regalaban empleos, acababan con la pobreza y te situaban en un escalón de vida mejor que el de ellos mismos… mentirosos; nada de esto se dio ni se ha dado, la situación se ha vuelto todavía peor…

Así comenzó y ahora está por todas partes, funcionando como negocios profesionales. Nueve de cada diez guineoecuatorianos reciben a diario la revelación y son capaces de hablar directamente con Dios y saben qué quiere Dios de la humanidad y sus planes de futuro. Surrealismo puro.

Piden el diezmo a sus fieles, haciendo promesas que atraen a mucha gente joven, estos serán sus frutos donantes. Organizan actividades atractivas y animados encuentros en los que bailan, cantan y no se preocupan por cuestiones teológicas, (ellos son el criterio de verdad). Se trata de ti, de Dios y de cómo tener éxito en la vida. Todo esto encaja con la mentalidad tradicional.

Pero a buen juicio, el gran reto que ha de tener la Iglesia hoy, es transmitir a la juventud que nuestra espiritualidad y nuestra forma de vivir el cristianismo real de valores, de trabajo, de esfuerzo y dedicación puede realmente ayudarles en sus vidas. “a Dios rogando con el mazo dando”